¿Un avance democrático? Reflexiones sobre la Boleta Única de Papel
La Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción al proyecto de Ley sobre Boleta Única de Papel. En esta nota, compartimos algunas reflexiones sobre este formato de emisión de voto, que es el más difundido en el mundo en la actualidad.

Luego de más de un mes sin sesionar, la Cámara de Diputados de la Nación otorgó media sanción al proyecto de Ley sobre Boleta Única de Papel (BUP) con 132 votos a favor, 104 en contra y 4 abstenciones. ¿Qué es la BUP? Se trata de un instrumento de votación que muestra toda la oferta electoral de un distrito en un solo papel. De esta forma, el votante solo debe colocar una cruz o un tilde en el casillero correspondiente a cada categoría (diputados, senadores, presidente, intendente, concejales, etc.).
Es interesante destacar cómo este tema toca algunos puntos interesantes de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS). Puntualmente, se relaciona con el ODS 16 (Paz, Justicia e Instituciones Sólidas) en lo referido a la lucha contra la corrupción y la búsqueda de decisiones multinivel inclusivas, participativas y representativas. Por otro lado, la BUP podría contribuir a alcanzar las metas de los ODS 13 (Acción Por el Clima) y 15 (Vida de Ecosistemas Terrestres) en lo referido a los procesos de deforestación y sus efectos sobre el clima, sin datos específicos a nivel país, gracias a un posible ahorro de papel, tinta y otros materiales no biodegradables que insume la forma de votación actual.

Este debate se inserta en un momento particular en el que la desconfianza hacia los políticos crece y la crisis de representación aumenta, en un país que no encuentra soluciones para la inflación, la pobreza, el empleo informal y la desigualdad estructural. Si bien no se han registrado sospechas ciertas y denuncias de fraude en la justicia, el sistema electoral parece tener prácticas informales que perjudican la voluntad democrática. En muchos lugares del Conurbano y algunas zonas del interior se suelen registrar votos en cadena, secuestro de boletas y hasta incluso la circulación de boletas falsificadas. Así, este debate se inscribe en la búsqueda de transparencia y confianza hacia el sistema.
La BUP es el mecanismo de votación más difundido en el mundo: tan solo 16 países no la utilizan. Los motivos que justifican esto son diversos. En Uruguay, ratifican que su sistema es de alto nivel de integridad y confianza electoral. Por su lado, las democracias nórdicas tienen un sistema electoral que lidera año a año el índice de democracia. Desde otro lado, en los países africanos y en los del Sudeste Asiático no se da el debate; en gran parte, ello se debe a las dificultades que tienen para establecer democracias reales.
A continuación, repasamos algunos de los puntos a favor y en contra en el debate para poder echar luz a la cuestión.

A favor de la BUP
En términos positivos, la boleta única garantiza que toda la oferta electoral se presente de manera completa; es decir, que todos los/as candidatos/as se aseguran estar dentro del cuarto oscuro para ser votados. Esto permite fortalecer el derecho a elegir y ser elegido, otorgando certidumbre y mayor autonomía al elector para decidir.
Este mecanismo de votación no modifica las posibilidades que se tienen en el sistema actual. Los votantes pueden decidir no marcar ningún casillero (voto en blanco); o también pueden votar a candidatos de diferentes partidos para distintos cargos (“voto cruzado”), inclusive de manera más sencilla que en el sistema actual (“corte de boleta”).
Además, este instrumento agiliza el proceso electoral en sí, ya que, en términos de espacio, no requiere de toda un aula en la que se despliegan numerosas boletas; con tan solo boxes de votación es suficiente. A su vez, el recuento de los votos es más rápido con esta metodología y la tarea de los fiscales y presidentes de mesa también se simplifica, por ejemplo no se debe estar controlando y reponiendo boletas en los cuartos oscuros y tampoco se tiene que controlar las boletas para evitar falsificaciones.

En cuanto a lo económico, la boleta única de papel corta con el financiamiento a partidos políticos para la impresión de boletas, ya que el Estado se encargará de esta tarea. Esto, sin dudas, es un beneficio en cuanto a la generación de un gasto responsable, ya que evita el financiamiento de campañas de “partidos vacíos” que se quedan con esa plata para otros fines. Si bien no hay certezas en términos de ahorro, la Fundación de Red de Acción Política, presidida por Alan Clutterbuck, ha asegurado que este mecanismo de votación nos permitiría producir un ahorro de $ 3.000 millones en una elección general. Según la Cámara Nacional Electoral, en las elecciones primarias y generales de 2021 el Estado gastó $2042 millones; de haberse aplicado la boleta única, se habrían ahorrado $1054 millones. Se hubiese ahorrado la mitad.
La BUP se presenta, entonces, como una herramienta para luchar contra el clientelismo. Con la impresión centralizada también se acaba el robo de boletas, las roturas o las boletas truchas. En la misma línea, la implementación de este tipo de boleta termina con el negocio de impresión de boletas. El sistema prevé que exista una boleta única por persona en el padrón y además un remanente por circunstancias especiales que sucedieran.
Como si esto fuera poco, el proyecto aprobado en el día de ayer da un gran paso en términos de inclusión, dado que se ha incorporado un artículo referido a la inclusión del sistema braille en la BUP.
Algunas objeciones a la BUP
En cuanto a lo negativo que tiene esta reforma, debemos destacar que muchas complicaciones vienen ligadas con el régimen político propio de Argentina. En primer lugar, el esquema de distribución de cargos electivos provinciales no es igual a lo largo de la República Argentina; esto podría dificultar la aplicación del sistema o llevarnos a problemas de logística asociados con la cantidad de cargos que se eligen un mismo día.
Cabe recordar que cada provincia mantiene cierta autonomía sobre la elección de sus autoridades, siempre y cuando respete el sistema representativo republicano, y esté de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional. También por este motivo sería difícil aplicar uniformemente la ley. En segundo lugar, en nuestro país es relativamente fácil crear un partido político. Según la Ley Nacional 23.298 tan solo se necesitan 4.000 afiliaciones; esto podría saturar la oferta electoral y generar grandes inconvenientes de diseño de la boleta.
Por otro lado, la boleta única no resuelve el problema de las “listas sábanas” que suele utilizarse para esconder candidatos poniéndolos más allá de los primeros números que tienen mayor visibilidad. Este mecanismo sigue siendo cerrado y bloqueado. De este modo, mantiene la votación de listas completas para cargo electivo, en lugar de candidatos en particular.

En el debate público se ha mencionado que este mecanismo generaría una “farandulización” de la política, describiendo un proceso que trata de que se elijan figuras reconocidas por fuera de la política para colocar en la boleta con el fin de ganar visibilidad a la hora de seducir al votante. En este punto, es necesario resaltar que esta práctica es de antaño y es muy utilizada en el sistema actual de boletas. La crítica que esconde esto es hacia una crisis en la política producida por la ineficiencia e irresponsabilidad de los políticos a la hora de resolver los problemas de la gente. Por lo tanto, la solución no puede venir de otro lado que no sea desde la política con cuadros más eficientes, preparados, honestos y responsables.
Posiblemente la crítica central a la boleta única de papel esté en el diseño. Las reglas del juego político argentino podrían llevarnos a tener boletas gigantes y a generar inequidades agregando el factor suerte, por el lugar en que te toca en dicha boleta única y por el tamaño de la letra. Este punto también debe ser discutido; inclusive previo a cada elección, se debe bregar por un diseño que mantenga la simpleza y que no haga ningún tipo de discriminación, ya sea por género o por agrupación política, y que no induzca a realizar ciertos tipos de votos que favorezcan a alguna fuerza política en particular. Se hace difícil pensar que tan solo un problema de diseño nos pueda privar de las ventajas mencionadas; lo cierto es que es un llamado para no soslayar este tema y ocuparse con seriedad.
Un proceso parlamentario complejo por delante
El trámite parlamentario estuvo caracterizado por la unificación de toda la oposición: Juntos Por El Cambio, Avanza Libertad (Espert-Píparo) y el Interbloque Federal (Randazzo-Camaño). Luego de votar, hace un mes, el emplazamiento a la Comisión de Asuntos constitucionales y Justicia, se llegó al recinto donde con lo justo se obtuvo el quórum necesario para que la sesión se realizará. Cabe destacar que ningún espacio político por sí solo podría haber logrado el tratamiento y la aprobación en la Cámara de Diputados.
Por el lado del oficialismo, el presidente Alberto Fernandez se preguntó para qué cambiar. “Es una de las pocas cosas que anda bien en la Argentina, nunca hubo cuestionamientos de fraude”. Sin embargo, la oposición no concentró los argumentos del debate en este punto, discutir un nuevo mecanismo no implica dudar de elecciones pasadas, sino pensar una mejora al sistema actual.

Ahora el proyecto pasó a la Cámara de Senadores, donde buscará ser aprobado por quienes se referencian con Juntos Por el Cambio y, al parecer, el oficialismo –con sus ambos bloques– buscará rechazarlo. La clave estará en qué harán los senadores que no se referencian con los dos espacios mayoritarios. Los gobernadores volverán a ser centrales en el debate.
En Argentina ya se utiliza la boleta única en 4 distritos: Córdoba, Santa Fe, Salta y, más recientemente, Mendoza. Los diseños difieren pero, en cualquiera de sus formas, la aceptación es muy alta. Como ya afirmó el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), es imposible comprobar que un sistema esté libre de vulnerabilidades; sin embargo, la boleta única de papel tiene las virtudes del voto electrónico sin sus riesgos de seguridad e integridad.

Claro están los beneficios, los defectos y los desafíos que tiene la implementación del mecanismo más usado en el mundo en Argentina. Para que nuestro país mejore su calidad democrática y se obtenga mejor representación parece fundamental que exista una reforma política integral, no solo de la boleta. Esto supondría repensar el sistema electoral, el rol de los partidos, el financiamiento de campañas, la posibilidad de que personas procesadas por corrupción puedan postularse y múltiples otras iniciativas. Con la oposición unida, lo cierto es que Boleta Única de Papel ya tiene media sanción. Se trata de una reforma que, sin dudas, contribuye a fortalecer la democracia, la participación y la representación en nuestro país.