La foto económica
Desde que comenzó el gobierno de Javier Milei ha habido múltiples análisis tanto sobre su dimensión política como macroeconómica, y siempre bajo una lógica de aceleración propia del paradigma comunicacional en el que vivimos los tiempos contemporáneos. Dicha lógica, además, es aquella en la que la administración libertaria se siente cómoda. Es por eso que busca constantemente reforzar esa dinámica en el debate público. Sin embargo, como todo en la vida, llega el momento de evaluar resultados concretos, que en este caso son los de una materia que por la que se termina evaluando a los gobiernos. La misma es la dimensión social de la realidad, cuyos valores medidos en indicadores llegan siempre después de las medidas económicas.
Como con cada gobierno, tenemos ahora la primera fotografía de estas variables, que corresponden al primer semestre del año. Puntualmente, nos referimos a la evolución de la Pobreza e Indigencia, que alcanzaron cada una el 52,9% y el 18,1%, y al nivel de Desempleo, que en junio fue del 7.6%.
La antesala de estas cifras fueron la evolución semestral de la Actividad, la Inflación y las Canastas Básicas que explican pobreza e indigencia (total y alimentaria, respectivamente).. A modo de breve, repasamos el desempeño de ambas:
La inflación acumulada de esos 6 meses fue del 80%, registrando niveles mensuales de:
20.6% en enero;
13.2% en febrero;
11% en marzo;
8.8% en abril;
4.2% en mayo;
4.6% en junio.
La actividad económica, comparando el acumulado Enero-Junio 2024 contra el mismo período en el 2023, cayó en un -3.2%. Si vemos los 6 meses de manera intermensual (tendencia-ciclo), los valores fueron:
-0.5% en enero;
-0.5% en febrero;
-0.5%% en marzo;
-0.4% en abril;
-0.4% en mayo;
-0.3% en junio.
En ese panorama recesivo y de lenta desinflación, tuvimos como primer indicador de la situación a las canastas básicas total (CBT) y alimentaria (CBA). Observemos el recorrido de ambas en relación con la inflación (antes descrita) y la media de la evolución salarial para ver cómo llegamos al actual mapa social:
Salarios | IPC | CBT | CBA | |
Enero | 16.4% | 20.5% | 20.4% | 18.6% |
Febrero | 13.3% | 13.2% | 15.8% | 13.1% |
Marzo | 10.3% | 11% | 11.9% | 10.9% |
Abril | 10.2% | 8.8% | 7.1% | 4.2% |
Mayo | 8.3% | 4.2% | 2.8% | 3.7% |
Junio | 6.2% | 4.6% | 2.6% | 1.6% |
Total | 84.3% | 80% | 76.1% | 63.4% |
Fuente: INDEC
La foto social
Lo primero a resaltar es como la caída semestral de la actividad llevó a triple fenómeno: mayor desempleo (que pasó de 5.7% a 7.6%), subocupación ascendente (de un 10.5% a 11.8%) y un sostenimiento de la tasa de actividad (48.6% contra 48.5%). Es decir, menos puestos de trabajo, menos horas de trabajo para aquellos con ocupación y búsqueda persistente de nuevas tareas para aumentar la percepción de ingresos. Una aceleración de la precarización de la estructura ocupacional argentina.
Como segunda observación, podemos ver que ambas canastas evolucionaron por debajo del IPC, que a su vez corrió por detrás de los salarios en el acumulado. En el caso de la CBT, que fija la línea de pobreza para un hogar tipo de 4 personas, el acumulado del semestre mostró un aumento del 76,1%. La CBA, que delimita el universo de aquellos hogares en condiciones de indigencia dentro de los denominados pobres, lleva un incremento del 63,4% en el mismo período. Esos saltos porcentuales explican el crecimiento de la pobreza al [...]% y la indigencia al [...]% ¿De qué manera es posible, entonces, que haya más pobreza e indigencia que en diciembre del 2023? Veamos.
La primera de varias razones se vuelve palpable si hacemos hincapié en que la parte de mayor aceleración de los precios tuvo lugar entre enero y marzo. Así, la desaceleración de la inflación y de las canastas de bienes esenciales permitieron a los ingresos comenzar a equiparar y revertir la carrera.
Ahora bien, la historia no se termina en la carrera, ya que la cantidad de corredores no es la misma que en el cierre del año anterior.
¿Cómo sigue la película?
La progresión del EMAE y los datos de mercado de trabajo nos permiten ver que, además de por una desaceleración de la inflación, la recuperación de los ingresos se debe también a que se está ajustando por cantidad en lugar de por precio. Dicho de otra manera, la cantidad de empresas es menor debido a la recesión, lo cual implica un nivel de empleo más bajo dentro del cual se reparte una masa salarial que aún se encuentra por debajo de la que había antes de la devaluación y la licuación que iniciaron el ajuste en diciembre.
Es así cómo puede entenderse que sean simultáneos un aumento de los ingresos reales y un salto al alza de la pobreza y la indigencia como el que tuvo lugar. Al mismo tiempo, cabe aclarar, sucede que la reacción al alza de los salarios (de quienes aún tienen trabajos remunerados) es un promedio, dentro del cual se esconden heterogeneidades.
Todo eso sucede dentro de un modelo macroeconómico que presenta varias inconsistencias. O, como también se suele decir en estas situaciones, se para sobre “pies de barro”. Pensémoslo de manera esquemática para que sea más sencillo describirlo:
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Ese panorama nos obliga a hacernos la pregunta con la que titulamos este apartado del artículo. En un contexto social y laboral como el descrito, enmarcado dentro de un esquema macroeconómico que se caracteriza por una frazada corta tanto en lo externo como en lo fiscal, el estancamiento de los últimos meses de la inflación en torno al 4% le agrega dificultades al horizonte del gobierno. Las urgencias se multiplican por el hecho de que el 2025 viene con las elecciones de medio término, que aumentarán la necesidad de mostrar resultados, y los primeros vencimientos fuertes que dejó la reestructuración de la deuda con bonistas privados que realizó Martín Guzman en el 2020. Es decir que el gobierno debe dar buenas noticias sociales sin que aumente demasiado la actividad para que se le desordene el mercado cambiario y así seguir domando la inflación, pero esto debe suceder mientras evita que se le complique el equilibrio fiscal por menor recaudación, dado que debe afrontar los vencimientos de deuda para que los bonos argentinos no pierdan valor y con ellos no se caiga el castillo de naipes.
Tal vez Javier Milei debería pensar cómo conseguir una fuente de financiamiento que lo salve de que se acorte más su manta. Seguramente sería más productivo que preocuparse por el nivel de rating de sus intervenciones.
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