top of page
Diseño sin título (5).png

Fragmentos de la Argentina que supimos conseguir: TANDANOR

Nuestro país es grande no solo por su extensión geográfica ni por sus suelos bendecidos por la naturaleza. Nuestro país es grande por su trabajo y creatividad. Por lo que supimos conseguir en tiempos en los que la grandeza de la patria y la felicidad de nuestro pueblo estaban por encima de todo y de todos. Es por ello que hacer grande a la Argentina no solo es un slogan de campaña muy eficiente, sino que, en estas entregas, te intentaré mostrar un poco de lo que fuimos capaces de construir y porqué es tan importante recobrar la senda de la producción nacional para alcanzar el desarrollo, tan deseado, de nuestro país.


Hoy te presento: TANDANOR.


Fuente: tandanor.com.ar

¿Qué es TANDANOR?


Un astillero. La historia de TANDANOR (Talleres Navales Dársena Norte) es un capítulo significativo en el desarrollo industrial y soberano de la Argentina. Fundado en 1879, en pleno auge de la Argentina como una nación de creciente importancia en el contexto regional, tuvo desde sus inicios la misión de prestar servicios navales de alto nivel. TANDANOR no solo nació para responder a las necesidades de la Armada Argentina, sino que a lo largo del tiempo se ha consolidado como uno de los mayores astilleros de Sudamérica, capaz de intervenir en buques de todos los tamaños y prestar servicios a embarcaciones de todo el mundo.


Pero TANDANOR es mucho más que un taller naval. En el siglo XX, durante un periodo de industrialización fuerte y sostenida, el astillero se consolidó como un espacio estratégico para la construcción, reparación y modernización de embarcaciones esenciales para la defensa y la economía nacional.


En las presidencias de Juan Domingo Perón se impulsó una serie de políticas de desarrollo industrial e infraestructura estratégica para consolidar la independencia económica de Argentina. La industria naval se benefició directamente de sus políticas, y en ese contexto, TANDANOR ocupó un lugar central. Perón identificó al astillero como un componente esencial de la política de industrialización del país. Fundado en 1879, era una de las principales instalaciones de reparación y construcción naval en Sudamérica y, bajo el primer y segundo gobierno peronista, comenzó a recibir una inversión significativa en infraestructura y tecnología. Estos avances permitieron que el astillero asumiera tareas fundamentales, como la construcción y modernización de embarcaciones para la Armada Argentina y para la flota mercante, reforzando tanto la defensa nacional como el comercio marítimo.


La visión de Perón fue posicionar a Argentina como una nación con un alto grado de autarquía, capaz de sostener y expandir su flota pesquera, mercante y militar sin depender de potencias extranjeras. Bajo su mandato, el país fomentó una fuerte identidad industrial en astilleros y talleres navales, de modo que TANDANOR se consolidó como una herramienta estratégica en la política de defensa y en el crecimiento de la industria pesada nacional.


Perón buscaba que la industria naval argentina fuese autosuficiente, reduciendo la salida de divisas y creando empleos calificados en el país. Esta filosofía le dio a TANDANOR un impulso que permitió a la empresa competir regionalmente y asumir grandes proyectos de reparación y construcción naval.


Las décadas de 1970 y 1980 vieron al astillero en plena expansión, apoyando tanto la actividad pesquera como el comercio marítimo nacional, que dependía de embarcaciones seguras y eficientes. Con una infraestructura moderna y el apoyo de ingenieros y técnicos calificados, TANDANOR se convirtió en símbolo de una Argentina que apostaba por su independencia industrial y tecnológica.


Con el retorno de la democracia, TANDANOR experimentó una transformación que lo convirtió en una empresa pública con participación activa de sus trabajadores, que hoy poseen el 10% de la propiedad de la firma.


¿Qué pasó en los 90?


Nada bueno. La privatización de TANDANOR en la década de los '90 tuvo un fuerte impacto negativo en el sector naval argentino y en la economía del país en general. En el contexto de las políticas neoliberales impulsadas por el entonces presidente Carlos Menem, la privatización de TANDANOR se alineó con el programa de venta de empresas públicas bajo la premisa de reducir el gasto público y mejorar la eficiencia del Estado. Sin embargo, las consecuencias de esta privatización fueron evidentes en varios niveles.


La venta de TANDANOR dejó al país sin un astillero capaz de responder a las necesidades de reparación y construcción naval a gran escala. La falta de inversiones y la ausencia de planificación industrial derivaron en la pérdida de capacidad para realizar trabajos de envergadura, lo que afectó tanto a la Armada Argentina como al sector pesquero y comercial. Esto generó una dependencia creciente de los servicios navales de otros países.


El proceso de privatización llevó a despidos masivos y a la reducción de personal, provocando una pérdida significativa de trabajadores calificados en el sector. La emigración de estos técnicos e ingenieros a otros países o industrias representó una "fuga de cerebros", un costo muy alto en términos de conocimiento y experiencia que luego fue difícil recuperar.


Al pasar a manos privadas, las instalaciones de TANDANOR se fueron deteriorando debido a la falta de mantenimiento y reinversión. La infraestructura de este astillero de alto valor estratégico no fue modernizada ni se realizaron las inversiones necesarias para que siguiera siendo competitivo en el mercado, lo cual limitó aún más sus capacidades.


Por otro lado, a pesar de haberse privatizado bajo el argumento de reducir el gasto público, el Estado argentino terminó viéndose obligado a contratar servicios en el exterior o a realizar convenios a precios más elevados para garantizar la reparación y mantenimiento de su flota. Esto significó un incremento en los costos en lugar de un ahorro, lo que evidenció la pérdida de autonomía económica.


¿Y qué pasó entonces?


Y si... el peronismo lo hizo de nuevo. En 2007, el Estado argentino decidió reincorporar a TANDANOR como parte del Complejo Industrial y Naval Argentino (CINAR) con el objetivo de recuperar su capacidad de producción, dado el valor estratégico del astillero. La reestatización buscó revertir las consecuencias de la privatización, permitiendo la reactivación de proyectos y el regreso de profesionales calificados. Esta medida tuvo un claro horizonte: recuperar la soberanía industrial del país y fortalecer el sector naval argentino.


Desde entonces, ha prestado servicios a la Armada Argentina y ha trabajado en proyectos de construcción y reparación de buques de gran envergadura, colaborando en los sistemas de defensa y proveyendo una fuente importante de empleo local.


¿Pero que efecto traería volver a privatizarla? no hay plata...


Es, en efecto, un golpe a la autonomía industrial argentina. TANDANOR representa décadas de especialización, capital humano y recursos nacionales dedicados a fortalecer el poder marítimo del país, el desarrollo de la ingeniería y la innovación en el campo naval. Además, el astillero genera empleo directo e indirecto, impactando no solo en los trabajadores y sus familias, sino también en pequeñas y medianas empresas que forman parte de su cadena de suministro.


Perder TANDANOR es perder un fragmento de la Argentina productiva, un país que entendía el valor de su soberanía industrial. La privatización desmantelará una estructura estratégica y dejará al país sin una herramienta de respuesta rápida y efectiva ante las necesidades del ámbito naval. La venta de TANDANOR, entonces, es mucho más que una transacción económica: es una cesión de autonomía, una renuncia a la capacidad de la Argentina de sostener y potenciar su propia industria naval.


A lo largo de estos años, TANDANOR también ha demostrado ser rentable, con balances superavitarios que han demostrado la sostenibilidad de la empresa como proyecto público. En el ejercicio fiscal de 2023, se registró un superávit económico de $1.278.372.924. Este resultado positivo se logró con ingresos totales de $14.156.516.497, de los cuales $13.671.210.730 provinieron de ventas y solo $37.350.000 de aportes de la administración pública. Los gastos ascendieron a $12.878.143.573, lo que permitió alcanzar el mencionado superávit.


Este desempeño financiero refleja la eficiencia operativa de TANDANOR y su capacidad para generar ingresos mayoritariamente a través de sus actividades comerciales, con mínima dependencia de fondos estatales. Sin embargo, los planes del presidente Javier Milei para privatizar diversas empresas públicas han puesto a TANDANOR en una situación incierta. La lógica detrás de esta política apunta a reducir el gasto estatal, pero la realidad sugiere que, en el caso de TANDANOR, no se trata de un gasto sino de una inversión que multiplica su valor en el tejido productivo y social del país.


La historia de TANDANOR es la historia de un país que, a través de sus instituciones públicas, apostó a construir un futuro autónomo y digno para sus ciudadanos. Frente a la encrucijada actual, es crucial reflexionar sobre el tipo de país que se quiere construir y la importancia de conservar aquellos fragmentos de Argentina que, como TANDANOR, son baluartes de nuestro desarrollo y nuestra independencia.

Comments


Diseño sin título (4).png
bottom of page