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HELEK TOV El nombre judio de Napoleon Bonaparte

Actualizado: 5 abr

En los tiempos que corren, el conflicto Palestino-Israeli esta en boca de todos, aún mas que en años previos, debido a las escaladas de violencia entre las naciones del medio oriente. Un tema sobre el cual se han escrito ríos de tinta. Pero hoy, no nos adentraremos en los orígenes de este conflicto, ni tomaremos postura para con ninguno de los dos bandos. Más bien, hablaremos de la relación que tuvo una de las figuras históricas más célebres de todos los tiempos, Napoleon Bonaparte, con el pueblo judio, y como este significo uno de los más grandes avances en la incorporación de esta comunidad en europa, y también para la posterior creación del estado de Israel.




“Antisemitismo” un problema antiguo y actual

La comunidad judía ha sido una de las más perseguidas y discriminadas a lo largo de la historia. Varios precedentes dejan constancia de esto, desde el Edicto de Granada en 1492 decretado por los Reyes Católicos, hasta el punto más álgido durante la primera mitad del siglo XX con el Holocausto en la Alemania nazi. Tampoco tenemos que alejarnos mucho de nuestra propia tierra, Argentina, para ver este tipo de conductas. Casos como el de "La Liga Patriótica", autores del único pogromo contra la comunidad judía en América Latina. Se tuvo que esperar hasta los gobiernos de Juan Domingo Perón para ver a los primeros funcionarios de ascendencia judía en un gobierno argentino. Y aún hoy en día, debido a la polarización de la discusión política, se pueden encontrar personas que dan opiniones de forma despectiva e incluso conspiranoica contra "los judíos", muchas de estas provenientes de los sectores más reaccionarios del espectro político (incluido el peronismo).


La escalada de violencia en el Medio Oriente también provoca, debido a la insensibilidad de ambas partes a la hora de tratar el tema, discursos y comentarios caracterizados por el más profundo odio, producto de no poder separar conceptos simples como pueblo palestino/Hamas o pueblo judío/Estado de Israel. Este último es el mayor artífice de la controversia que se produce en este tema. El genocidio perpetrado por el Estado de Israel contra los habitantes de la Franja de Gaza es de una crueldad y asimetría de poderes pocas veces vista, y más con la impunidad que posee ante la comunidad internacional. Esto obviamente genera preguntas del estilo: ¿Debería existir el Estado de Israel? o ¿Por qué existe el Estado de Israel?


Se puede argumentar mucho desde el lado teórico, pero desde el punto de vista práctico, las primeras medidas de asimilación e integración (o por lo menos las más importantes) de las comunidades judías en Europa fueron promovidas durante el reinado de Napoleón Bonaparte. Esta integración en la comunidad como ciudadanos plenos permitió posteriormente la formulación de teorías sobre un posible Estado judío.


Pero ¿Qué relación tenía Napoleón con los judios? ¿A qué se debía que él mismo promoviese medidas de integración para con dicha comunidad? 


Para comenzar desde el inicio, la primera relación que podríamos encontrar es en su isla natal, Córcega, donde había una fuerte comunidad judía, principalmente en la región sureña de Bonifacio. Pero la familia de Napoleón no era de ascendencia judía, ni Carlo Buonaparte, su padre, ni Letizia Ramolino, su madre, tenían algo que ver con la etnia o la religión judía, por lo que su buena relación con este grupo no tenía una justificación familiar. Lo cierto es que Napoleón era un pragmático, independientemente de las consideraciones personales que pudiese tener con cualquier grupo político o religioso. Ponía antes que nada su labor como gobernante, por lo que las medidas de integración durante su gobierno, como por ejemplo la eliminación de las leyes que obligaban a los judíos a residir en guetos, o la conformación de un "Sanedrín" francés para que los judíos franceses jurasen con animosidad religiosa sus votos de lealtad a la nación francesa, fueron en esa línea. Un Sanedrín era una asamblea que se encargaba de la administración judicial de los asuntos de los judíos, una jugada magistral, puesto que el último sanedrín oficial había dejado de existir 3 siglos a.C, en tiempos de Jerusalén. Otorgando esa cuota de mística religiosa al asunto, facilitó la tarea de la asimilación de los judíos a la sociedad francesa. Napoleón acogió esta idea debido a que los comisarios del gobierno francés no habían logrado encontrar la manera de que la asimilación judía fuese efectiva. Preguntas del estilo ¿Usted se considera francés? ¿Defendería a la nación francesa con su vida? resultaban ser cazabobos, y ninguno de los interrogados iba a meterse un tiro en el pie, por lo que con el establecimiento de un Sanedrín y con él como piedra angular de las respuestas que se darían en el mismo, Napoleón pudo deshacerse de sus dudas para con la fidelidad real del judaísmo en Francia.


También, durante la Revolución Francesa, muchas sinagogas fueron cerradas e incluso se prohibió hablar hebreo. Si bien los judíos gozaban de los mismos derechos que cualquier ciudadano, el enfoque fuertemente ateo y ordenador de los jacobinos terminó de una u otra forma truncando la libertad de la vida religiosa judía. Napoleón, si bien continuó de cierta forma con esta lógica, puesto que buscaba "asimilar" a los judíos a la nación francesa (Cabe resaltar el objetivo de "asimilación" y no de "Exilio" o "Persecución" de los mismos, puesto que esa era la norma previa a la Revolución Francesa), con políticas como la exigencia de adoptar "nombres formales" o la delimitación a las zonas a las que estos podían emigrar, Napoleón se aseguró de que estos tuvieran los mismos derechos religiosos que los católicos o los protestantes, por lo que la suspensión del idioma hebreo y el cierre de sinagogas finalizaron con su gobierno.


Todo esto generó una gran admiración por la figura de Bonaparte en toda Europa, por parte de la comunidad judía (en su gran mayoría). Ejemplos del respeto que se le tenía a su figura serían algunos tales como el que se vio en la península itálica, donde muchos judíos de la región llamaron a sus hijos "Napoleón" como forma de homenaje al corso. Y dentro de la misma Francia, las comunidades judías autóctonas escribieron ritos y oraciones para Napoleón, donde era nombrado como "HELEK TOV", cuya traducción vendría a ser algo así como "BONA-PARTE" (BUENA-PARTE).


Napoleón ¿Precursor del sionismo?

Al principio de la nota mencionamos que Napoleón fue importante para la conformación de un estado judío. Con esto no pretendo referirme a una vinculación directa entre Napoleón y el actual estado de Israel, fundado el 14 de mayo de 1948, puesto que resulta anacrónico, sino más bien a los primeros indicios del surgimiento de una nación por y para los judíos.


La integración judía a la comunidad europea solo era llevada a cabo por Napoleón en dicho continente, pero para los judíos extranjeros (africanos y asiáticos) tenía otros planes en mente. Durante su segunda campaña como jefe del Directorio, la cual fue en Egipto en 1798, zona que era controlada en ese momento por los turcos otomanos, Napoleón derrotó a los ejércitos mamelucos y avanzó hasta Medio Oriente. Un año después, en 1799, ocurrió el asedio de Acre donde las tropas del ejército francés intentaron tomar, sin éxito, dicha fortaleza. Durante el asedio, Napoleón escribió la “Proclama a la nación judía”, un escrito donde alentaba a los judíos a la conquista de Jerusalén, en el cual uno de los primeros párrafos dice: “¡Israelitas, nación única que las conquistas y la tiranía han podido, durante miles de años, privar de su tierra ancestral, pero ni de su nombre, ni de su existencia nacional!"


Si bien el asedio a Acre terminó con un saldo negativo para el ejército francés, esta proclama sirvió como puntapié inicial para lo que luego sería el sionismo, movimiento político el cual busca la conformación de un estado judío, proyecto que termina germinando exitosamente casi 150 años después. Este escrito generó gran entusiasmo y vigor en los judíos de Europa, si bien Napoleón en la Proclama llamaba a los judíos de África y Asia a luchar por la recuperación de su tierra, esto no impidió que los judíos que habitaban el Viejo Continente (principalmente los ingleses) se adhirieran a lo que para ojos de los judíos era una misión sagrada.

En 1948 se fundaría el estado de Israel, y sería reconocido por la Asamblea General de las Naciones Unidas. De hecho, un año previo a este suceso, en 1947, Theodor Herzl, fundador del sionismo como movimiento político moderno, utilizó la “Proclama de la nación judía” de Napoleón durante su discurso en las Naciones Unidas.


Napoleón: ¿Antisemita?

Con todo lo anteriormente expuesto, parecería ridículo considerar la hipótesis de que Napoleón era antisemita, puesto que él los convirtió en ciudadanos de pleno derecho, tanto en lo político como en lo religioso, e incluso sentó un precedente para la previa construcción de un estado judío. 


Pero la historia no es tan simple y sus personajes mucho menos. Algunos historiadores, como Richard Ayoun, han manifestado que Napoleón detestaba a los judíos, basándose en declaraciones y cartas escritas por el pequeño cabo. Algunas, tales como “Los judíos son un pueblo desagradable, cobarde y cruel”, frase dicha al general del ejército napoleónico Gourgaud, durante su exilio en Santa Helena, o refiriéndose a los judíos como “la gente más despreciable” en las cartas enviadas a su hermano en 1808.


Pero independientemente de las consideraciones personales que podría haber expresado Napoleón, lo cierto es que atribuirle el estatus de antisemita por estos episodios resulta, por lo menos, ingenuo. Si bien las declaraciones están ahí, no se pueden borrar otros episodios de la historia donde Napoleón mostró una bondad desinteresada para con los judíos. Una muestra de esto sería cuando ordenó el cierre de todos los guetos luego de la conquista de Italia, donde los judíos también eran obligados a utilizar un brazalete con la estrella de David para distinguirlos, y donde solo podían circular por un determinado período de tiempo. 


Como observación personal, esta bondad desinteresada (puesto que en este contexto no le significaba ningún activo de poder en materia política) podría deberse al tipo de infancia que tuvo Napoleón. Ya de joven había abandonado Córcega para ser militar en Francia, lugar donde sufrió el rechazo y burlas por su acento, lo que le generó una gran animadversión a todo lo francés. Recordemos que Napoleón nació solo un año después de que Francia anexara Córcega, y que su familia era de origen italiano, por lo que mantuvo ese marcado acento italiano hasta el final de su vida. Por lo que podríamos decir que Napoleón simplemente simpatizaba con los vulnerables. 


Y retomando lo de sus comentarios en Santa Helena, se podría considerar que estos fueron comentarios hechos “en caliente” y no porque Napoleón realmente tuviese un desprecio hacia los judíos. Me atrevería a decir que de hecho no lo tenía en absoluto. Si hubiese tenido esa opinión de los judíos, ya sabemos lo que las personas con semejante poder podrían hacer en esos casos. Napoleón también tenía comentarios donde injuriaba a los españoles, por lo que más que un odio puntual hacia los judíos, sean solo los arrebatos de ira de un hombre que supo estar en la cima del mundo y ahora está confinado en medio de una insignificante isla en medio del Atlántico. 


Cuando se quiere descubrir la verdad sobre un tema, y hay opiniones extremas contrapuestas, lo más probable es que lo más parecido a la verdad esté en el medio de esas dos visiones. Por mi parte, no creo que Napoleón haya sido antisemita, ni tampoco un admirador del pueblo judío, simplemente buscaba la mejor forma de capitalizar a nivel político todos los recursos que se le presentaban, y los judíos podrían estar dentro de esa órbita. Y si hay una gran virtud en un buen gobernante, esa es la de poder separar sus visiones personales del accionar político. Uno puede sacar las conclusiones que quiera sobre los dichos de Napoleón, pero como dijo el Gral. Perón: “Mejor que decir es hacer”. Lo cierto es que a lo largo de su periodo como gobernante, Napoleón tomó medidas y políticas que favorecieron en gran medida a la comunidad judía europea.


Napoleón fue una de las figuras más importantes del siglo XVIII, por no decir de toda la historia. Una vida tan interesante y turbulenta, protagonizada por una mente tan brillante, nos deja ejemplos de hasta dónde puede llegar la influencia de un hombre, y donde podemos ver hasta qué punto las acciones tomadas en el pasado resuenan en el presente, incluso en los rincones donde menos lo sospecharíamos.

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