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Pedalear para moverse: la respuesta a los combustibles fósiles para transportarnos

El uso de bicicletas representa un hábito fundamental para avanzar hacia un paradigma de movilidad más sostenible. En esta nota se realiza un repaso por algunos casos de éxito y se analiza el impacto ambiental positivo de este medio de transporte.


FUENTE: AUTOFACIL

Pensar soluciones sostenibles y efectivas para zonas urbanas con alta densidad poblacional es uno de los más importantes desafíos a los cuales se enfrentan las grandes ciudades. En un contexto caracterizado por niveles insostenibles de emisión de carbono y ante la necesidad de implementar una movilidad urbana ordenada, la circulación por ciclovías –que emergió en Europa y aumentó su popularidad en todo el mundo en las últimas décadas– resulta ser una alternativa tan auspiciosa como viable.

Las ciclovías tienen la particularidad de ofrecerse como un carril exclusivo para que las bicicletas circulen sin exponerse a los riesgos del tránsito vehicular, garantizando al ciclista que su viaje sea más rápido y seguro. Construidas estratégicamente en calles secundarias, a la hora de planificar una ciclovía se tiene en cuenta evitar aquellas arterias de gran afluencia vehicular y con circulación de unidades de gran porte –particularmente camiones– y eludir las calzadas por las cuales circulan las unidades del autotransporte de pasajeros.

El uso de bicicletas es una estrategia clave para lograr un desarrollo sostenible al momento de abordar nuevos desafíos sociales, económicos y ambientales. Es un medio de transporte que no genera emisiones de carbono y, por ende, el impacto ambiental positivo es inmediato en comparación con los automóviles o los autobuses. A su vez, las bicicletas requieren menos espacio urbano a la hora de circular, por lo que también reducen la congestión en la infraestructura vial, con el valor agregado de mejorar la salubridad de quienes las utilizan para desplazarse.

Fuente: https://buenosaires.gob.ar/pedalea-la-ciudad

Dadas las ventajas de este medio de transporte, muchos países han estimulado el uso de las bicicletas al momento de enfocarse en su desarrollo urbanístico. Conocido informalmente como “el país de las bicis”, los Países Bajos tienen el mayor porcentaje de ciclistas por habitante en comparación con otras naciones.

Inmersos en un mundo donde el petróleo es un bien cada vez más escaso, y con números cada vez más alarmantes de materia de siniestralidad vial, a comienzos de la decada de 1970 ganó relevancia pública el movimiento Stop de Kindermoord (“Paren el Asesinato de los Niños”) en la mencionada nación europea. Esta iniciativa fue una respuesta a las 3.264 muertes por accidentes de tráfico registradas en 1972, de las cuales el 14% fueron menores de 15 años.

Según la Asociación Nacional de Ciclistas de los Países Bajos, Fietsersbond, en la década de 1970 se registraron unos 500 accidentes entre bicicletas y vehículos automotores. Cuarenta años después, esa cifra decreció a 200 en 2013, a pesar del incremento constante del parque móvil en todo el país. El ciclismo es una parte integral de la cultura y la vida diaria para los neerlandeses, donde aproximadamente un 27% de todos los viajes en este país se realizan en bicicleta, lo que demuestra la alta prevalencia y aceptación de dicho medio de transporte para el uso cotidiano. La planificación en torno a las ciclovías es tal que, actualmente, existen aproximadamente 37.000 km destinados a dicha modalidad de desplazamiento, en contraposición a los 140.000 km de carreteras para automotores.

FUENTE: ELDIARIOAR

Si bien la promoción del ciclismo en América Latina se encuentra en una etapa temprana en comparación a muchos países europeos, los avances en los últimos 15 años fueron considerables. Argentina comenzó a construir lo que actualmente es la Red de Ciclovías y Bicisendas Protegidas de la Ciudad en julio de 2009, la cual alcanza unos 300 kilómetros de extensión en la actualidad. Por entonces, sólo el 0,4% de los viajes dentro de la Ciudad de Buenos Aires se hacían en bicicleta, y al día de hoy representan un 7%. En efecto, los más de 400.000 desplazamientos en bicicleta que se realizan en la actualidad demandan una constante expansión de la infraestructura para seguir promoviendo este medio de transporte. En nuestro país las ciclovías no fueron solamente aplicadas como alternativa de movilidad sustentable en la Capital Federal; varios centros urbanos de todo el territorio nacional van adoptando progresivamente los denominados carriles exclusivos para la movilidad de bicicletas en los ejidos urbanos. A modo de ejemplo podemos citar la ciudad de Mendoza, en la cual se prevé la ampliación a 110 kilómetros del trazado de ciclovías en el Área Metropolitana de Mendoza, el cual fue financiado en el marco del Programa Desarrollo de Áreas Metropolitanas del Interior (DAMI II) del BID.

Poniendo la mirada en la experiencia de otras naciones, podrá apreciarse que Colombia también es un buen ejemplo en lo que respecta a la promoción del uso de la bicicleta, puesto que la ciudad de Bogotá cuenta con 608 kilómetros de carriles dedicados para uso exclusivo de ciclistas. El denominado “Índice Copenhague”, una herramienta que se utiliza para medir cuán amigable es una ciudad hacia el ciclista, otorga puntos a las ciudades por sus esfuerzos para establecer a la bicicleta como una forma de transporte factible, aceptada y práctica. Y en la escala de dicho índice, Bogotá ocupaba el puesto 12° a nivel mundial en la última medición realizada en el año 2019, y cuatro años más tarde amplió aún más su infraestructura para facilitar el desplazamiento de los ciclistas.

En suma, muchas son las ciudades del mundo que experimentan un impacto ambiental favorable e inmediato gracias a la expansión de este medio de transporte, que permite disminuir los accidentes de tránsito y, además, mejora la salubridad de los ciudadanos que eligen este medio para movilizarse. El transporte en las ciudades del siglo XXI –fundamentalmente aquellas donde muchos de sus habitantes desarrollan las actividades cotidianas recorriendo cortas distancias– deben contemplar la alternativa de la bicicleta como una de las opciones que permite cosechar resultados inmediatos en materia de planificación sostenible e integrada, impostergable tarea de quienes tienen la responsabilidad de gobernar en estos tiempos.


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