¿Qué tan lejos está Buenos Aires de tener una red integrada de transporte público?
Las metrópolis más importantes del mundo tienen el imperioso deber de adaptar su sistema de transporte público a las demandas de la sociedad en el marco de la sustentabilidad. La denominada Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), es decir, el conglomerado urbano que conforman la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) junto a los municipios bonaerenses que la circundan, no puede eludir tal compromiso por su innegable condición de gran metrópoli reconocida a nivel global.

En la actualidad, el AMBA cuenta con un sistema de transporte público que combina una red de subterráneos con una prolongación de superficie (Premetro) dentro del territorio de CABA. Ello está acompañado de una importante y moderna flota de autobuses –que se inscriben como las líneas 1 a 199– con carriles exclusivos de circulación rápida (Metrobus), todo lo cual contempla descuentos en los transbordos para todas las modalidades de los servicios dentro de un lapso determinado.
¿Esto significa que el AMBA cuenta con un sistema integrado de transporte de pasajeros? La respuesta a este interrogante tendría que ser aportada por la Agencia Metropolitana de Transporte (ATM), creada para darle un planeamiento de calidad al sistema de transporte del AMBA, con una conducción compartida entre los representantes de la Nación, la provincia de Buenos Aires, la Ciudad Autónoma y también los municipios y los operadores del sistema.
La ATM surgió hacia fines de 2012 como respuesta a la tragedia ferroviaria de Once, y al día de la fecha está prácticamente inactiva. Hubo un intento de relanzarla en 2016, cuando Nación, Provincia y Ciudad estaban gobernadas por un mismo signo político y anunciaron dos grandes obras: la Red de Expresos Regionales y el soterramiento del ramal electrificado del ferrocarril Sarmiento, proyectos que quedaron en el olvido debido a la falta de financiamiento.
Ante la falta de respuesta de la ATM, para deducir si existe o no un verdadero sistema de transporte en el AMBA propongo que hagamos un ejercicio de comparación entre el sistema del AMBA y la mundialmente reconocida Red Integrada de Transporte (RIT) de la brasileña ciudad de Curitiba.

Pensada en la década de 1960 e inaugurada unos veinte años más tarde, la RIT fue un sistema pionero de transporte integrado en la región, en el marco de un plan director que le dio un fuerte impulso a la organización y la urbanización de la ciudad, particularmente en materia de lo que se concebía en ese momento como organización del territorio, planeación del uso del suelo y ordenamiento del transporte. El modelo diseñado e implementado en Curitiba hizo que países como Alemania hayan adoptado medidas que permitieron movilizar en sus principales ciudades a casi el 85% de su población por medio del sistema de transporte público.
Veamos entonces qué similitudes podemos encontrar entre ambos sistemas. En primer término, podemos apreciar que en el AMBA se toma el concepto de carriles exclusivos y estaciones (con otras características de diseño), como también el de “tren ligero” que opera bajo el formato del Premetro. A ello, se le debe complementar la adopción de un sistema tarifado de bicicletas, posicionadas de forma estratégica en las cercanías de las estaciones de este sistema integrado, lo que permite disponer de un medio de transporte sustentable y que permite realizar ejercicio físico. Acerca de esta modalidad, cabe remarcar que cuando el usuario no desea seguir circulando en bicicleta, la deposita en una de las estaciones vinculadas territorialmente con la red de transporte integrado.
Otra similitud que podemos observar entre ambos sistemas es la flota de buses adaptada para promover la accesibilidad física. Tanto en la RIT como en el AMBA la gran mayoría de los autobuses utilizados en el sistema son accesibles, contando con rampas elevadoras para recibir a las personas en silla de ruedas, y un espacio designado dentro del autobús para sujetarlas.
En lo que respecta al Metrobús, AMBA toma el concepto de “carriles dedicados”, a diferencia de la RIT que cuenta con un moderno y ecológico parque móvil de buses –en su mayoría articulados– que cuenta con estaciones elevadas, y con una total integración tarifaria. Así, se pueden realizar transbordos entre las diferentes líneas prestadoras del servicio como también con los otros modos de transporte con un boleto único, dentro de un período de tiempo determinado y sin la necesidad de pagar una tarifa diferenciada.
Una de las diferencias que podemos apreciar entre el RIT y el sistema de transporte público del AMBA es la cantidad de pasajeros transportados por unidad. Si bien los buses argentinos cumplen con las normas Euro-V que garantizan que la baja emisión de carbono generadas por el diésel, los buses de Curitiba logran transportar un volumen de pasajeros mucho mayor en razón de la mayoritaria presencia de coches articulados (con capacidad para 280 pasajeros) en el parque rodante de la metrópoli brasileña.

Otra característica que diferencia al sistema RIT con respecto al AMBA son los servicios especiales para descomprimir los centros donde se concentran las fuentes de trabajo en los “horarios pico", como también para acceder a la gran mayoría de los centros de salud y a los puntos de atracción turística.
En suma, ¿tenemos o no un sistema de transporte público integrado en el AMBA? Si bien se han logrado notables avances en materia de modernización del parque automotor de los buses urbanos (particularmente en lo que respecta a la baja emisión de gases nocivos y la accesibilidad para las personas con dificultades motrices), se instrumentó un sistema de descuentos en el pasaje para los transbordos y se cuenta con un sistema ecológico de movilidad como las bicicletas, aún no podemos afirmar que contamos con un sistema integrado en todas sus modalidades y en toda la extensión del territorio. Quedan deudas por saldar: particularmente, en lo que refiere a la postergada continuación de la red de subterráneos, la interconexión de las líneas urbanas de buses y la implementación de un boleto único, entre otras cuestiones.
El caso de Curitiba demuestra que la sustentabilidad del sistema de transporte público se puede lograr con la instrumentación de políticas públicas proyectadas a largo plazo y fomentando la concientización de la ciudadanía. Bajo estas premisas, en el ámbito del AMBA –al igual que en las demás regiones metropolitanas del interior del país– se debe repensar el sistema de transporte público en el marco de un plan sustentable y enfocado en los objetivos que persigue la Agenda 2030.